Yo creo que las palabras se van gastando, así dejan de ser, se trasmutan y adquieren una personalidad diferente, es entonces cuando quedan huecas, son fantasmas y así se vuelven desechables, cuando eso sucede nos volvemos más pobres, mas ciegos, sordos y mudos. Julio Cortazar.
Humildemente debemos aceptar que en lo tocante al cristianismo, la expresión de Cortazar, es absolutamente cierta por cuenta de la trasmutación y cambio de personalidad que ha sufrido el cristianismo a lo largo de 20 siglos. Ya no somos los alborotadores, los que trastornan el mundo entero como ocurrió en hechos 17:6, nuestro “Cristianismo” colombiano se ha diluido tanto que ya no impacta entre las gentes, y son tan escasos los resultados en evangelización y discipulado que deberíamos examinarnos si realmente estamos en la fe como nos dice nuestro muy amado apóstol san Pablo en 2ª Corintios 13: 5; también debemos hacernos las preguntas de rigor: ¿Si estoy haciendo la tarea que me dejó el Señor Jesucristo en Mateo 28: 19? ¿Con mi testimonio estoy dando muestras de que soy luz del mundo y sal de la tierra? ¿Estoy renovando permanentemente mi vida desde la palabra de Dios? ¿Puedo desde mi cristianismo impactar mi familia y a mi comunidad?
Poco a poco, la iglesia del Señor Jesucristo se ha convertido en una caricatura mal hecha del evangelio que predicaran aquellos rústicos pescadores de Galilea. La sincrética y perfumada iglesia de la hipermodernidad ha sido tan permeada por el mundo que hoy, a través de los siglos resuenan las palabras del Señor reanimando a Jeremías, y si se me permite, creo que son las mismas palabras que debemos emplear para reanimar a la iglesia del siglo XXI: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Jeremías 15: 19.
Sabemos que muchos cristianos sinceros están orando y ayunando, para que Dios los dirija a realizar las reformas necesarias en sus iglesias a partir del origen y creación de las misiones desde la reforma protestante de 1517, sin embargo desde esta sencilla y humilde reflexión, hago un llamado para que se explore no de manera exclusiva en el pensamiento de los reformadores, sino en la palabra, vida y obra del Señor Jesucristo, de sus primeros discípulos, y de la vida y obra de san Pablo, apóstol a los gentiles, para que volvamos a beber de la fuente original del cristianismo y de esta manera podamos hacer los cambios que sea menester, para enderezar lo que está torcido y hacer del cristianismo la verdadera alternativa para el hombre que sufre la más grande angustia existencial.
Juan Carlos Carranza Espinosa
Facilitador Satura Magdalena Medio
Amen muy real
Amen
Creo firmemente que el Señor Jesucristo escuchará nuestra oración