Cuando hablamos de obra, podemos hablar de algo que se ha construido o está en construcción, es por esto que todo aquel que decide realizar una edificación debe tener en cuenta estos 4 principios: *observación*, *planeación*, *ejecución*, pero ante todo *concentración*. Cuando observas no solo miras el terreno sobre el cual vas a construir, sino que analizas a profundidad que sea el adecuado para que tus bases o columnas no tengan daños inesperados; al cumplir este principio, entonces pasas a planear cuando empezarás, que tiempo debes invertir y cuáles son los materiales propicios para tu obra, de manera que en la ejecución todo esté alineado a la terminación de la misma. Es por esto que debes estar concentrado y dedicado en cada paso que das, porque habrán personas que no les gustará, lucharás contra el cansancio, o tal vez querrás abandonar por querer ver resultados antes de tiempo, vendrán fuertes lluvias que tal vez puedan afectar tu obra pero jamás destruirla, porque has decidido que la base de tu obra sea la Roca inconmovible, la piedra Angular (Mateo 7:24-27). Es por esto que nuestra vida como verdaderos discípulos debe estar cimentada sobre esa roca inconmovible que es la persona de Jesucristo y no sobre una estructura o una edificación esa es la verdadera iglesia. La obra de Dios no se trata sólo de construir un edificio para congregar almas la verdadera obra es levantar almas que sean edificadas sobre Jesús y en eso debemos basar nuestra vida. Cuando somos llamados Templo del Espíritu Santo, no es sólo porque ya lo seamos, sino que debemos procurar ser la habitación de la presencia de Dios, siendo edificados cada día en base a su Palabra para llegar a ser la persona que Él desea que seamos.
También ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo.
1 Pedro 2:5 NVI
Adriana Torres
Satura Costa Norte