Se me ha dado toda autoridad en el Cielo y en la Tierra; y es abundante la cosecha pero son pocos los obreros. pídanle al Señor de la cosecha que mande obreros a su campo… Dijo Jesús.
Hace tiempo leí o escuché a alguien decirle a un Pastor: “Pastor, usted es un misionero muy bueno, muy amable y servicial, y nosotros lo queremos mucho. Pero, Pastor, da la impresión de que usted cree que la meta de plantar una iglesia y llegar a 100 personas para el mes de diciembre de este año va a ser el resultado de sus estrategias y esfuerzos humanos. Usted tiene un grave problema en su vida, usted no es un hombre de oración.”
Recuerdo que después de esas palabras de exhortación, quebrantado delante de Dios empecé a revisar mis hábitos pastorales y misioneros y me di cuenta de mi error, que era más importante para mí el correr y correr detrás de la gente como si le estuviera suplicando, yendo y viniendo perdiendo el tiempo, tratando de agradar para que aceptaran, lleno de incertidumbre y hasta a veces temor, muy lejos del hombre humilde y poderoso forjado en la oración, guerrero invencible, que cumplía los designios de Dios, que constantemente leía en la Biblia. Entonces comencé a organizar mi vida en estos aspectos y la oración empezó a prevalecer en primer lugar, fuerte, poderosa, con propósito, y empezó a cambiar todo. Ahora busco llegar a un lugar determinado, debidamente planeado, intencionalmente organizado, solamente para recoger la consecuencia, el fruto, de la Palabra de Cristo y mi oración.
Hoy ya no estoy más a merced de los demás, de viajes infructuosos, pérdidas de tiempo, al buen o mal genio de otros, poniendo en juego la autoridad que Jesús me delegó y en consecuencia dando un mal testimonio al Cielo y a mi Ministerio. Ahora no salgo de casa si no estoy debidamente orado, organizado, planeado, con la mira puesta en el poder de Dios y no en mi autosuficiencia. Y me ha dado resultado. “De nada sirve trabajar de sol a sol y comernos un pan ganado con dolor, mientras que Cristo nos lo da mientras oramos…
Hoy más que nunca, mis amados hermanos y hermanas, estoy plenamente convencido que la oración es la Estrategia Admirable para la evangelización y discipulado. Eso ya lo sabemos, inclusive lo enseñamos, pero quizá algunos de nosotros no lo practicamos.
Carlos Yomayusa Monroy
Satura Colombia
Bogotá
Amen, lo importante es practicar