“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones…” dijo Jesús.
“De todas las naciones”, estas palabras pronunciadas por Jesús, tenían la intención nada más y nada menos que la conquista del mundo entero. Además esto no fue dicho con la intención de enseñar, rogar o discutir, sino simplemente fue dada como una orden. Esa expresión indicaba que en el corazón de Cristo estaba el reclamo de su justo dominio y soberanía sobre el mundo que Él había redimido y había ganado para Su Padre Celestial.
Ya había entrenado a sus discípulos para esta misión, ya sus discípulos habían visto y respirado su resurrección, ya los había unido en amor y obediencia, ya estaban listos para salir a cumplir la Misión. Por eso se atreve a decirles: Id por todo el mundo.
Aunque algunos dudaron cuando Jesús pronunció estas palabras, ellos las aceptaron, y las obedecieron. Quedó retumbando en sus corazones esa manifestación; Se me ha dado toda autoridad en el Cielo y en la Tierra… como Rey en su Trono; Cristo mismo se configura como su ayudador, Estaré con vosotros siempre…; entendieron que ellos serán sus soldados de sus tropas victoriosas hasta el fin del mundo. Jesús continuará la guerra.
Los discípulos entonces supieron que este último mandamiento será lo único por lo que sería digno vivir o morir, su único propósito: ganar el mundo para su Dios.
El Señor ya está en el Cielo, y esta Obra Celestial continuará, los discípulos lo supieron, aceptaron el mandamiento, y luego lo pasaron a quienes por medio de ellos creyeron en el Nombre de Jesús. Y vinieron otras generaciones de hombres y mujeres del común, cuyos nombres ni siquiera sabemos habían predicado el Evangelio en Antioquía y Roma y aún más allá de estas regiones… El mandamiento fue pasado y aceptado por generaciones y generaciones hasta llegar a nosotros, a cada uno de nosotros, hasta nuestra inteligente y voluntaria aceptación de la maravillosa verdad que somos Su cuerpo, y que ahora, hoy mismo ocupamos Su lugar aquí en la Tierra, y que este mensaje de amor y salvación se lleva a cabo por medio de cada uno de nosotros. Cristo lo comenzó, nosotros lo continuamos, vivimos para buscar la Gloria del Padre, para ganar este mundo perdido nuevamente para Él.
Por eso, gracias Dios mío por Satura Naciones, gracias por ese puñado de hombres y mujeres que oyeron, comprendieron y respondieron al mensaje del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, y ahora se dedican a que otros hagan lo mismo, para que esos otros hagan lo mismo, y para que otros…
Carlos Yomayusa Monroy
Satura Colombia
Bogotá