SATURA LIBERTAD
Acerca de la Pasión Espiritual
“El Espíritu del Señor está sobre mí…” dijo Jesús. Leyendo cuidadosamente los libros que nos enviaron como preparación de nuestro pasado encuentro nacional de Facilitadores, vemos a personas llenas del Espíritu con una pasión espiritual desmedida por la Obra de Jesús. Así pues, en medio de cualquier situación en que vivamos no solamente como pastores o misioneros, sino también como personas comunes y corrientes, nos podríamos encontrar en medio de condiciones muchas veces absurdas y adversas, donde sin quererlo se pierde mucho del fuego espiritual que llevamos dentro. Me surgieron algunas inquietudes sobre lo que puede ser el resultado de la pérdida de esta pasión espiritual:
Una cosa que debilita nuestra pasión son las oraciones, intenciones o palabras formuladas sin acción. Estamos tentados a pensar que cuando expresamos algo lo damos por hecho. Pero no es así, pues, solamente la acción produce resultados. Si no nos movemos hacia el objetivo, nunca llegaremos.
Otra cosa que mata nuestra pasión son las actividades sin objetivo. Nuestro ministerio origina actividades, programas, conversaciones, desplazamientos, etc. Si nuestra decisión sobre la manera de distribuir el tiempo y actividades no se hace con la disciplina de vocación y propósito hacia el logro del objetivo, nuestras energías vienen a ser como un río lento de poca profundidad.
Alguien decía que la organización es la base del éxito. Una agenda repleta de compromisos pero sin incluir tiempo para momentos de descanso y reflexión, oración, lectura de la Palabra de Dios y meditación, así como tiempo para la familia, iglesia -como una prioridad- es expresada por el Dios de la Biblia, quien dijo: «Durante seis días se podrá trabajar, pero el día séptimo, será de reposo consagrado al Señor».
Nosotros como pastores y misioneros somos propensos a relacionarnos con muchas personas pero llegamos a conocer a muy pocas. Las relaciones sin provecho mutuo no llevan a ninguna parte. Los maestros espirituales nos han enseñado durante siglos que sin aquellos amigos que nos traen enriquecimiento conceptual y espiritual, no alcanzaremos el gozo del deseo de conocer y avanzar más.
Mucho de lo que nos detiene nace de diferencias no resueltas, enfermiza necesidad de aprobación, o el impulso natural de ejercer control sobre los demás. Muchas veces no nos conocemos nosotros mismos, y dejamos que personas y hechos ajenos determinen nuestro carácter.
Un pastor o misionero puede llevar un ministerio exitosamente con palabras melosas, don de gentes, conocimiento de política, y facilidad de organización. No obstante, el trabajo del Reino de Dios requiere un conjunto de características que solamente puede poseer una persona llena del Espíritu Santo.
También el excesivo conocimiento teológico sin autentica espiritualidad no puede representar un panorama de realidades que abarquen la creación, la maldad, la reconciliación y conversión, el servicio desinteresado, la eternidad, etc. Una gran teología requiere una gran espiritualidad.
Así pues, nos espera un año de grandes retos, creo que primordialmente todos estos retos de orden personal. Los resultados? Estos llegarán por añadidura…
Carlos Yomayusa M.
Facilitador
Bogotá